CADA QUIEN HACE SU LUCHA
CRÓNICAS DEL METRO
COLUMNA
POR: CLAUDIA RIO
COLUMNA
POR: CLAUDIA RIO
Vivir en sociedad no es una tarea fácil, pero
a final de cuentas es lo que debemos hacer, el problema es que a pesar de que las personas pensamos
parecido lo expresamos de manera diferente. Y aveces la idea no llega a
terceras personas como quisimos expresarla en primer lugar. Vivir en
comunidades va más allá de una necesidad social y de convivencia. En general
nuestro día a día depende en gran medida
de como sobrellevamos a las demás personas. Los desacuerdos suelen darse por
malos entendidos o por conflicto de intereses, y como dice el viejo dicho la violencia empieza cuando los argumentos
terminan. Y es justo esa parte la que vivimos en el transporte público, la
mayoría de las veces se nos olvida que somos personas y nos volvemos animales
peleando por algo tan absurdo como un asiento, o hay quienes caen en los
extremos y en lugar de entrar a los vagones del metro se les pasa la mano de
civilizados y entonces nadie se mueve; o
peor aún y lo que más odio cuando abordo el metro, es que la gente se quede
parada frente a las puertas automáticas en calidad de estorbo porque ni entran,
ni dejan entrar.
Cuando lo consigues no falta
el que te empuja como si su vida dependiera de ello, hay algunos casos bastantes extraordinarios
donde la gente se siente muy valiente y rebasa la línea amarilla justo cuando
el metro apenas va llegando y teniendo gente atrás que los puede aventar, es el
colmo de la imprudencia.
Cuando abordé el metro en la
mañana fue tan extremo el sobrecupo del vagón que una persona agarró a un señor y lo sacó para poder
entrar, literal, sacó a una persona para entrar él. Una vez que me tocó
sentirme sardina como todos los días transbordé
hacia la línea café, todo iba bien hasta la terquedad de una señora por
meterse a “producto de gallina” incurrió en una imprudencia que provocó dos
cosas: Número uno el retraso del vagón y número dos que por poco y perdiera sus dedos. La señora
en cuestión se le ocurrió meter los dedos en el espacio libre que da entre la
puerta con el objetivo de meterse. En cuanto las puertas salieron se le
atoraron los dedos de la mano izquierda; se hizo todo un movimiento para que la
mujer en cuestión lograra sacar sus dedos que en realidad nunca debió meter y
suena cruel, pero el accidente se habría evitado si ella hubiera sido más
prudente. Es como cuando por la circunstancia que sea hay quienes utilizan el
metro como una magnífica vía de suicidio, y no habría problema si tan solo el
susodicho se detuviera a pensar en los demás pasajeros.
Siempre lo he dicho, si te
quieres matar hazlo solo, y por favor no involucres a los demás. Porque cuando se dan estos casos
retrasan el servicio que ya de por si es muy ineficiente, y eso sin mencionar de las constantes inundaciones
que se han dado a últimas fechas como el caso de la línea B, que ya en lugar de
vagones eran chalupas de plano.
Entonces lo mismo sucedió con
la mujer, por eso reitero que vivir en sociedad es realmente difícil cuando no
estamos acostumbrados a trabajar en equipo y mucho menos pensar en los demás, aunque no todo es malo; aplaudo esa educación cívica
en la que se le sede el asiento a las mujeres embarazadas o con niños en
brazos; sin embargo hay algo que crítico, no sólo las mujeres son vulnerables,
también hay caballeros que se encuentran en la misma situación como los
discapacitados, o los que cargan un bebé en brazos y que nadie voltea a ver; aún
nos falta mucho.
Para finalizar el día me
tocó ver como una familia completa dentro de los vagones del metro realizó su
actuación pintados de payasos, el papá y la mamá quienes llevaban a dos niños
pequeños de no más de tres años. Muchos les dieron monedas, pienso que es más
por lástima que por lo graciosos que pudieron ser. Hay quienes si tienen
gracia, pero hay quienes no, de verdad que hasta para actuar se necesita de un
gran talento y esfuerzo; pero a final de cuentas, cada quien hace su propia
lucha.
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